En un coche nuevo, la práctica totalidad de sus componentes, salvo elementos obvios como los neumáticos o los frenos, están cubiertos. Esto elimina casi cualquier duda a la hora de hacer una reclamación al fabricante, y es que lo más lógico en un vehículo recién fabricado es que todo funcione a la perfección.
Cuando hablamos de un coche de segunda mano, la cosa cambia. Entran en juego innumerables factores que van a repercutir en su estado y, por tanto su fiabilidad; el trato o maltrato, el tipo de trayectos, las horas de uso, el mantenimiento, el lugar donde permanecía aparcado, los años, los kilómetros, posibles golpes o accidentes… Son sólo algunos ejemplos.
A la hora de ofrecer una garantía mecánica, las empresas estudian muy bien cada caso y definen el alcance de las coberturas, ya que, no es lo mismo, un coche de ocasión que apenas se ha utilizado que un coche que acumula varios lustros y cientos de kilómetros a sus espaldas.
Desde la reparación del conjunto del motor y la caja de cambios como únicos elementos susceptibles de cobertura hasta la inclusión de casi todos los sistemas de un modo similar al de la garantía de origen.
Lo que las garantías mecánicas no suelen cubrir en ningún caso son aquellas averías que tengan su origen en un elemento fungible. Es el caso del sistema de frenos, amortiguadores desgastados por kilometraje, embragues, bujías o calentadores, consumibles como el aceite motor o el líquido refrigerante, bombillas, cualquier elemento de goma, caucho o materiales similares que esté presente en el motor o la suspensión…
Estas averías no se consideran como tales sino como intervenciones eventuales de mantenimiento que hay que llevar a cabo en cualquier automóvil.
Hay otros casos en los que las averías pueden ser rechazadas, sobre todo cuando se realizan reparaciones sin previo aviso a la compañía, cuando no se llevan a cabo los mantenimientos estipulados o cuando se hace un mal uso o negligencia del vehículo.
También se pueden rechazar aquellas averías que se hayan agravado por la inacción del propietario a la hora de acudir al taller, razón por la que es muy importante contactar con la empresa aseguradora y solicitar instrucciones para que todo vaya bien y la reparación se efectúe de forma rápida y eficiente.
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